Foto: Rodulfo Gea | CNL-INBA
PAULA ABRAMO
Nació en la Ciudad de México, en 1980.
Poeta y traductora.
Licenciada y Maestra en Letras Clásicas por la UNAM. Fue traductora residente en el BILTC (Banff Centre, 2017). Ha colaborado para publicaciones como Revista de la Universidad de México y Tierra Adentro.
Premio de Poesía Joaquín Xirau Icaza 2013 por Fiat lux. Premio Bellas Artes de Traducción Literaria Margarita Michellena 2019 por Una niña está perdida en su siglo en busca de su padre, de Gonçalo M. Tavares (categoría narrativa junto a Elisa Díaz Castelo por Cielo nocturno con heridas de fuego, del escritor estadounidense Ocean Vuong, categoría poesía).
Su obra se incluye en las antologías La edad de oro, antología de poesía mexicana actual (Luis Felipe Fabre, UNAM, 2012), Siete rutas hacia un bosque alemán /Sieben fade in einen deutschen wald (Luis Armenta Malpica, Mantis Editores 2016) y Sombra roja. Diecisiete poetas mexicanas 1964-1985 (Rodrigo Castillo, Vaso Roto, 2017).
Obra de consulta: Catálogo biobibliográfico de la literatura en México
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
CUATRO CUARTETOS. IV. Cuatro poetas recientes de México. Luis Felipe Fabre. Heriberto Yépez. Maricela Guerrero. Paula Abramo. Edición de Cristian De Napoli. Buenos Aires: Black & Vermelho, 2011. 96 p. 14 x 21 cm. ISBN 978-987-22223-2-1 Arte de tapa: Federico Docampo y Florencia Keil (sobre fotos de obras de Yinkka Shonibare). Ex. bibl. Antonio Miranda
[ poemas de Fiat Lux (en preparación)
Alumbramiento
el cerillo
revela las distancias
entre las cosas
acusa oposiones simetrias cuando todo
era negro
vuelve
pero en muchos semejantes mínimos destellos
cuántas
revelaciones caben
el cable sucio y quemado en un rincón el vestido
rojo
inmiscuyéndose con tazas platos
sobre la mesa en connubio extraño de tiempos
y domínios
o la hamaca en la selva los húmedos bultos
del garimpeiro del talador
de embaúbas o las gallinas
adormecidas sobre el posadero
del petiecito de Vicenza o
cuántos alumbramentos
que duran lo que la llama
transitiva
del cerillo
los cerillos alumbran
como los partos, pero aqui
muchas vidas a un tiempo
conjugadas
cajita de fósforos estos cerillos cajita
donde mi cuerpo se asienta
donde assentado
imagina su cuerpo
de fábulas
Alumbramiento, parto,
aqui mi abuela
alumbra: pare un niño
de cabeza grande,
leniniana, Ana Stefania,
capitana de un barco
que es éste,
de fuentes partidas.
El barco entero haciendo aguas
y ella al frente,
capitana de un parto
que es el suyo,
ordena, anuda,
enarbola una bandera de sangre
en las torneras más negras,
revienta Anna Stefania
como si de cabos tensos se tratara,
para luego quedar
abierta, roja
como una granada
a la deriva, entre la hierba,
una vez saciada
el hambre de las aves.
[ Fúlvio, 1968 ]
Intransitivo, empero, el gesto
de mirarse los nudillos
cuando éstos
apretando la mano de Anna Stefania
que aprieta a su vez la bolsa de labores,
esperan, en San Paulo
—fingen que esperan
un camión, precisamente en la esquina
del Largo General Osório,
ojos mal disfrazados de hábito y hastío,
mirando el ventanal
por donde pasa,
debe pasar,
la silueta del hijo interrogado
cada martes.
Y si no pasa, si demora
el quebrarse de la sombra en los cristales,
cada segundo, cada cigarro
oxidando los alvéolos,
cada vuelta del gancillo en el tejido
—los dedos alisando las puntadas
es como la constatación
de lo imposible.
Bye, bye, Brasil,
Meu pai fugiu
e justamente no rabo do foguete.
El cohete que ahora corre
hacia adelante, hacia la fila
del cuerpo de caballería
y lo retrasa todo.
Nube de tinta de pulpo, humo, retirada.
Pólvora. Un caballo
rueda, se desalinea
el oxidado horizonte
de sables a degüello.
Tiempo ganado.
Fuga. Una tienda
de brassieres.
Joven, cabello largo,
talabertero,
fingiendo indiferente sesudez
en materia de copas
y encajes.
Pólvora todavía en la ropa,
y los dedos
recurriendo puntillas, ressortes,
calzones
de todas tallas
como si pudieran defenderlo.
Y no pueden.
son graciosas las formas en que el círculo
se perpetú
y en sus muchas concreciones
se subvierte.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda
Alumbramiento
o fósforo
revela as distâncias
entre as coisas
acusa oposições simetrias quando todo
era negro
regressa
mas em muitas semelhanças mínimos clarões
quantas
revelações cabem
o fio sujo queimado em qualquer lugar do vestido
vermelho
imiscuindo-se com taças pratos
sobre a mesa em conúbio estranho de tempos
e domínios
ou a rede na selva os úmidos volumes
do garimpeiro do lenhador
de embaúbas ou as galinhas
adormecidas sobre no hospedeiro
do pátio de Vicenza ou
quantos deslumbramentos
que duram o que a chama
transitiva do fósforo
os fósforos iluminam
como os partos, mas aqui
muitas vidas a um tempo
conjugadas
caixinha de fósforos estes fósforos caixa
onde meu corpo senta
onde sentado
imagina seu corpo
de fábulas
Alumbramiento, parto,
aqui minha avó
alumbra: pare uma criança
de cabeça grande,
leniniana, Ana Stefania,
capitã de um barco
que é este,
de fontes partidas.
O barco inteiro movendo águas
e ela à frente,
capitã de um parto
que é o seu,
ordena, ata,
alça uma bandeira de sangue
nas torneiras mais negras,
arrebenta Anna Stefania
como se de cabos tensos se tratasse,
para depois ficar
aberta, rubra
como uma granada
à deriva, entre a grama,
uma vez saciada
a fome das aves.
[ Fúlvio, 1968 ]
Intransitivo, no entanto, o gesto
de mirar-se as articulações
quando estes
apertando a mão de Anna Stefania
que aperta por sua vez a bolsa de labores,
esperam, em São Paulo
—fingem que esperam
um caminhão, precisamente na esquina
do Largo General Osório,
olhos mal disfarçados de hábito e fastio,
observando a ventania
por onde passa,
deve passar,
a silhueta do filho interrogado
a cada terça-feira.
E se não passa, se demora
o romper-se da sombra nos cristais,
cada segundo, cada cigarro
oxidando os alvéolos,
cada volta do crochê no tecido
—os dedos alisando as pontadas
é como a constatação
do impossível.
Bye, bye, Brasil,
Meu pai fugiu
e justamente no rabo do foguete.
O foguete que agora corre
para adiante, para a fila
do corpo de cavalaria
e atrasa tudo.
Nuvem de tinta de polvo, fumaça, retirada.
Pólvora. Um cavalo
move-se, desalinha
o oxidado horizonte
de sabres em degola.
Tempo ganho.
Fuga. Uma tenda
de sutiãs.
Jovem, cabelo longo,
seleiro,
fingindo indiferente desnudez
em matéria de taças
e cadarços.
Pólvora ainda na roupa,
e os dedos
percorrendo as pontas dos pés, molas,
calções
de todas as talhas
como se pudessem defendê-lo.
Mas não podem.
são graciosas as formas em que o círculo
se perpetua
e em suas muitas concreções
se subverte.
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Página publicada em outubro de 2021
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